Reflexiones
cristianas
Posiblemente este diario de
reflexiones no agrade a nadie. Ni los cristianos ni los no cristianos
se
sentirán identificados con todo lo que digo, porque defiendo
posturas muy
variadas.
Hay posiciones de la iglesia
católica que me gustan, y otras que no tanto. Quiero a la
Iglesia como a mi
propia madre, porque ambas me han transmitido la vida
(física una, espiritual
la otra). Pero ello no implica cerrar los ojos a sus defectos (si los
tiene),
sino ayudar desde dentro a corregirlos y a mejorar.
Quien sea muy cristiano, que
entienda que estas reflexiones buscan una crítica
constructiva. Busco la
reflexión de cada uno para decidir personalmente en
qué dirección hay que remar
siempre desde dentro de la Iglesia.
Quien sea poco cristiano ya
está avisado: en estas reflexiones intentaré
convencerlo con variados
argumentos para que se una a esta gran familia. Es lo más
bonito que tengo y
quiero compartirlo con todos.
9-4-09 LAS
NUMEROSAS
CONTRADICCIONES DEL EVANGELIO
10-4-09
RESPETO A LA LIBERTAD PARA NO SER CRISTIANO
11-4-09
¿DEBERÍAN SER MÁS PARTICIPATIVAS LAS
MISAS?
11-4-09
NEGARLE
LA COMUNIÓN A LOS PECADORES
14-4-09: EL SEXO, TRATADO EN LOS
EVANGELIOS.
16-4-09 El vaticano,
accionista de la marca de
preservativos Durex.
16-4-09 mi Iglesia no
aprovecha las ventajas
de la “Sociedad de la Información”
17-4-09
¿EL CATECISMO AUTORIZA LA EUTANASIA?
17-4-09 ¿Hay
gato encerrado en esta vida?
19-4-09
SI
DIOS EXISTE, ¿POR QUÉ PERMITE QUE LA VIDA ME
TRATE TAN MAL?
19-4-09
GRACIAS A QUE CONOCEMOS LA OSCURIDAD, PODEMOS VALORAR LA LUZ
19-4-09
¿LAS TENTACIONES DEBEN SER ELIMINADAS?
19-4-09
LOS TRES ENEMIGOS DEL ALMA
17-4-09
EL
ESPACIO Y EL TIEMPO
17-4-09
EL
SEXO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
2-5-09
¿PUEDE UN SUICIDA IR AL CIELO?
3-5-09
¿LOS CRIMINALES MERECEN JUSTICIA O PERDÓN?
28-5-09
DEFENSA DE LA NATURALEZA Y LA ECOLOGÍA
4-11-07 Así es
como quiero a mi mujer.
Imagina que te enseñan
una
foto de una moneda. Se ve una cara. Te enseñan otra foto de
una moneda. Se ve
una cruz o algún
símbolo. Lo
“evidente” es que se trata de de monedas distintas.
Aparentemente hay una
contradicción si te dicen que ambas fotos corresponden a la
misma moneda. Hay
que tener una percepción tridimensional de las realidades
(más allá de la
bidimensional que se muestra en las fotos) para entender que se trata
de dos
caras de una misma moneda, de dos puntos de vista de una sola realidad.
En el evangelio aparecen ese
tipo de contradicciones. Hay quien se agarra a ellas para decir:
“Esto
demuestra que los evangelios son falsos. Dios no existe porque si es
tan
perfecto no permitiría que se le conociera por medio de
mensajes
contradictorios”. Y no continúa indagando.
Otros, por miedo a parecer
herejes, se niegan a reconocerlas y repiten: “No hay
contradicción. No hay
contradicción. No hay contradicción.”
Yo invito a todos los que
estén leyendo estas líneas a leer una y otra vez
los cuatro evangelios,
eligiendo cada día una página al azar. Y buscar
ese mensaje escondido, esa
Palabra, que está presente en todas esas páginas,
en cada una de las parábolas
que cuenta Jesús o en los sucesos que le ocurren. Cada
contradicción aclarada
es una alegría para el cuerpo cuando se descubre.
“Dándose
cuenta Jesús de que
intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey,
huyó de nuevo al
monte él solo.”(Jn
6, 15)
Parece claro que lo que
Jesús quiere no es ostentar el poder. No es gobernar, al
modo que lo hacemos
los humanos.
La Iglesia de la que
formamos parte debe hacer lo mismo si quiere imitar a Jesucristo:
dirigir el
mensaje individualmente a cada corazón, pero evitar
convertirse en rey que
gobierna para todos (quieran o no, sean seguidores de Cristo o no). Me
parece
que esta conclusión está presente a lo largo de
los cuatro evangelios, y que
Cristo siempre lo tuvo claro: Él podría haber
tomado el poder cuando hubiera
querido, así como evitar la cruz y la
humillación. En la actitud, a veces, de
la iglesia católica (de la que formo parte) observo la
actitud contraria: se
reclaman continuamente al gobierno legítimo medidas para
imponer una cultura y
un modo de comportarse propios de los cristianos. ¡Pero si
para ser buen
cristiano hay que tener la ayuda del Espíritu Santo!
¿Cómo pretendemos que
todos (incluso los que voluntariamente prefieren ser ateos) sigan un
modo de
vida libre de pecado?
Cristo siempre respetó
la
libertad individual de cada uno para seguirlo o rechazarlo. Cristo
nunca
pretendió que su muchedumbre de seguidores impusiera su
voluntad al resto.
Cristo nunca tomó medidas para evitar pecados contrariando
la voluntad del
pecador, sino que dirigió su mensaje para que cada pecador,
individualmente,
decidiera qué hacer con su propia vida.
Por tanto, medidas que
impongan un modo de comportarse cristiano a todos los ciudadanos (sean
o no
cristianos) son contrarias al ejemplo de Cristo.
La Iglesia, a la que quiero
como a mi propia madre, no siempre ha actuado así a lo largo
de los siglos. Recemos
para que nuestra Iglesia se parezca cada vez más a Cristo,
su cabeza.
Por cierto, recemos
también
para no olvidar todo lo bueno que sí tiene la Iglesia:
la queremos porque ha cumplido su
principal misión: transmitir el
mensaje de Jesús hasta nosotros, veintiún siglos
después.
la queremos porque en muchos otros
asuntos es y será una institución
ejemplar. Que los detalles que comento en este blog no
empañen la otra
realidad. Que no ocurra como en ciertos periódicos, que
sólo publican lo
escandaloso y lo negativo, creando así en los lectores la
creencia de que eso
es lo representativo de la iglesia católica.
Si me apunto a una
universidad lo que quiero es escuchar al catedrático de
turno y aprender de él.
No busco aprender de los otros alumnos, que quizá sepan del
asunto en cuestión
incluso menos que yo. Si hago una práctica en la universidad
acerca de realizar
un determinado experimento, prefiero que esa práctica haya
sido diseñada por
los catedráticos de acuerdo a unos objetivos. No me
interesaría una actividad
práctica diseñada por los propios alumnos salvo
que haya estado supervisada por
quienes más saben. De forma parecida, en principio no me
interesa una misa diseñada
por la gente de la calle, entre otras cosas porque sé que la
mayor parte de las
personas normales se consideran enemigos de la misas.
Veamos otro punto de vista:
Uno de los objetivos de una
misa dominical, que se podría resumir en la palabra
“comunión”, consiste en que
todos los cristianos del mundo celebremos el mismo día (el
domingo) un mismo
acontecimiento (la resurrección del Señor). Ya
que no podemos celebrarlo todos
juntos, porque vivimos dispersos por los cinco continentes, por lo
menos nos sentimos
unidos si celebramos más o menos lo mismo. Aunque en
distintos idiomas, que el
ritual sea más o menos parecido. Eso une. Expresar las
opiniones propias, como
hago yo aquí, supongo que está muy bien, pero no
une porque cada uno tiene sus
propias opiniones. Quizá si esto se hiciera en misa
serviría más bien para
originar discusiones y para enfrentarnos. Por eso las opiniones
individuales de
cada uno se deben mostrar en otros foros (como por ejemplo este blog).
¡Qué gusto da
celebrar algo!
Cuando me reúno con mis compañeros de trabajo
para celebrar, por ejemplo, que
llega la Navidad olvidamos nuestras discrepancias por un rato y nos
unimos con
alegría al moderno ritual de la cena de empresa. De la misma
manera, para
celebrar la resurrección de Cristo lo mejor es escuchar
todos juntos, olvidar
nuestros particularismos, rezar por absolutamente todo el mundo, y
recibir a
Cristo (como Palabra al escuchar los evangelios, como Amor al darnos la
paz con
los desconocidos que tenemos al lado, como Cuerpo siguiendo el mandato
de Jesús
en la última cena, etc.). Todo eso lo hacemos en la misa, y
dejar de acudir
implica dejar de sentirse unido al resto de los cristianos en este
camino tan
duro.
Que todos seamos uno, como
pedía Jesús en Jn
17.
Sufro cuando veo que se le niega la comunión a
personas divorciadas. Quizá no tengan
más pecados de los que tengo yo, y sin embargo el sacerdote
(obedeciendo las
circulares que envía el obispo) le niega el cuerpo de Cristo
argumentando que
estas personas no son dignas de recibirlo. ¡Qué
curioso! Cristo se entregó por
TODOS, pero sobre todo por los más pecadores. Sin embargo en
la iglesia se
trasmite el mensaje de que Dios es un bocado demasiado exquisito que no
puede
ir a parar a los pecadores. No se convida a los pecadores porque no son
dignos
de recibirlo. ¿Eran dignos todos aquellos que escucharon de
la boca de Jesús
aquello de “Padre, perdónalos porque no saben lo
que hacen”?
En el evangelio encuentro
muchísimos motivos para pensar que Dios sí quiere
entrar en los pecadores (y no
olvidemos que la comunión es Dios):
-Cristo, durante su
predicación, iba a comer voluntariamente a la casa de los
pecadores, se
acercaba a ellos, incurría en escándalos e
incluso impurezas con tal de
“entrar” en los pecadores.
-Cristo, al instituir la
eucaristía dijo “Haced esto en memoria
mía”. ¿Y qué es lo que hizo?
Darle la
comunión a un pecador: Judas, que ya tenía
planificado entregar a Jesús (Mc 14,
10-11). (No es creíble que Judas se retirara de la cena
antes de la institución
de la eucaristía porque los evangelistas Mateo, Lucas y
Marcos no dicen nada de
ello. Dichos evangelistas emplean la palabra TODOS (“tomad y
comed TODOS de
él...”) y habría sido imperdonable
omitir un detalle tan sumamente esencial si
Judas se hubiera retirado habiendo dicho antes que allí
estaban todos. En el
evangelio de Juan no aparece la institución de la
eucaristía, por eso no se
puede deducir si fue antes o después el momento en el que
Judas se fue.)
En definitiva, si Cristo
entregó
su vida por esa pobre divorciada despreciada y abandonada por su marido
que
intenta recomponer su vida con otra persona y que acude a comulgar
porque
quiere la ayuda de Dios ¿quién soy yo para
juzgarla? (Lc
6, 37) Y, aunque la juzgara culpable, ¿quién soy
yo para negarle un sacramento
mientras “Dios hace caer la lluvia sobre justos e
injustos” (Mt 5, 45)?
Hay curas que se amparan en
el siguiente texto de San Pablo. Yo no creo que se pueda aplicar en
estos casos:
“Por
tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor
indignamente, será reo del
Cuerpo y de la Sangre del Señor.
Examínese,
pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa.
Pues
quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio
castigo.” (1
Corintios 11, 27-29)
El resto de dicho
capítulo 11
habla de asuntos que no se pueden extrapolar a todas las situaciones.
Se habla
en él del tema de si las mujeres deben llevar o no el pelo
largo, de si los
hombres se deben cubrir la cabeza, de que quien tenga hambre que coma
en su
casa lo que quiera antes de ir a celebrar la Cena con el resto de la
comunidad
cristiana (lo que iría en contra del actual mandato
eclesiástico de abstenerse totalmente
de comer una hora antes de la misa).
No pretendo por tanto que
extrapolemos a nuestra situación actual los mandatos de las
cartas de San
Pablo. Van dirigidos a comunidades cristianas concretas y siguen siendo
interesantes y esclarecedores para nosotros. Se debe reflexionar y
aprender con
las cartas de San Pablo, pero no se deben equiparar a los mandatos de
Jesucristo, que sí van dirigidos a todos los cristianos de
todos los siglos
venideros.
Además no queda claro a
qué
se refiere San Pablo con lo de comer o beber indignamente. No parece
referirse
a que lo digno sea estar libre de pecado en ese momento sino a no
distinguir de
qué se trata o a comer cada uno lo suyo en esas
celebraciones dejando a otros
pasar hambre. En cualquier caso, que cada uno lea el
capítulo 11 de San Pablo y
reflexione si no estará la iglesia exagerándolo
hasta el punto de enfrentarse
al mensaje de caridad de los evangelios.
Voy a poner algunos ejemplos
de sacrificios que la gente de hoy día realiza para adorar a
otros dioses:
Por adorar a la belleza (?) se
practican tatuajes (que comprometen de
por vida) o dolorosos piercings.
A cambio, el
practicante de esta moderna religión se siente feliz y guapo.
Por tener un cuerpo perfecto (?) se
pasan horas y horas en el gimnasio.
Según los expertos, la salud no se alcanza mediante los
excesos, y el exceso de
pesas, batidos de aminoácidos y actividad física
que realizan muchas personas
no conduce a una vida más larga ni más saludable
que la realización de un
ejercicio moderado. Es un culto al cuerpo que conlleva grandes
sacrificios,
aunque no dudo que lo hacen a gusto.
Hoy día para
mí salir de marcha consiste en cenar fuera y luego
aguantar no más de un par de horas bailando por
ahí antes de volver a casa.
Pero hace unos años los sábados por la noche era
capaz de cenar en casa,
acostarme a dormir un poco y levantarme a las 12 por haber quedado con
los amigos
a la 1. Supongo que sería más práctico
que la marcha se realizara de día: más
luz, comercios abiertos (no sólo los bares), autobuses
circulando, etc. Pero yo
disfrutaba, como todo el mundo, con esa extravagancia. Buscaba
integrarme con
la gente de mi generación. Disfrutaba sin importarme si
dormía poco o pagaba
los cubatas más caros que por el día.
¿Quién no
disfruta sacrificándose por una novia? Se la quiere tanto
que
no se sufre al comprarle regalos caros o al renunciar a otros asuntos
por estar
con ella. Yo, cuando empezaba con Marisol, viajaba con gusto a 700 km.
de mi
casa los fines de semana por estar unas horas con ella.
Por un equipo de fútbol,
el aficionado es capaz de sufrir, mojarse los
días de partido lluvioso, soportar atascos, pagar abonos y
entradas caros... Y
no es un sacrificio porque se disfruta con ello.
Lo complicado de ser
cristiano es amar al enemigo, tratar a los demás como nos
gustaría ser tratados
a nosotros y seguir rezando y reflexionando todos los días
para aclarar nuestra
fe. Lo de ir a misa los domingos o abstenerse de comer carne los
viernes de
cuaresma es en realidad un sacrificio muy pequeño comparado
con los que hacemos
a diario por otros motivos. La gente que se queja en voz alta de lo
inútiles
que son estos sacrificios, ¿que harán cuando
tengan un compañero de trabajo
odioso necesitado de cariño? ¿o una esposa infiel
porque no se siente querida dentro de casa?
De todas maneras, no veo que
el ayuno/abstinencia sea algo fundamental en mi fe cristiana. Voy a
explicarlo
sin deducir que el ayuno/abstinencia sea algo malo:
Cuando Jesús se refiere
al
tema del ayuno (por ejemplo en Mt 6, 16-18) no parece centrase en la
obligatoriedad de ayunar. Nunca da un mandato en esa
dirección (mientras sí da
muchos en el sentido de amar a los enemigos, desprenderse de las
ataduras hacia
los bienes materiales o dejar de poner cargas pesadas sobre el pueblo
(refiriéndose a las jerarquías
eclesiásticas)). Él da ejemplo de ayuno cuando
va al desierto a rezar. Me parece percibir el mensaje de que si se
ayuna, que
sea algo voluntario y alegre. ¿Es bonito regalar un ramo de
flores a una novia,
aunque las flores en un ramo parezcan inútiles? Pues
igualmente los sacrificios
sólo son bonitos si salen del corazón. Entiendo
perfectamente a la gente que
dice que le parece fatal que la iglesia nos obligue a hacer ayuno y
abstinencia
en cuaresma. O a la que dice que le parece inútil.
Doy un consejo a cualquiera
que esté leyendo estas líneas: que lea el
evangelio cada día un ratito.
Sentirás que, con independencia del pasaje que hayas elegido
al azar, extraes
un mensaje personal dirigido a ti. Además
perfilarás cada día mejor cómo es
Dios, cómo es el Amor. Y te enamorarás
más conforme lo vayas conociendo mejor.
No recomiendo a todo el
mundo el antiguo testamento: los mandamientos que aparecen en
él -por ejemplo,
no comer sangre (Levítico 17, 10 por ejemplo), aislar a los
leprosos (Levítico
13, etc), no acercarse
a la mujer (supongo que
sexualmente, no sé) durante la menstruación, y
cientos de mandamientos más- no
se pueden aplicar a nosotros los cristianos. Forman parte de un
diálogo entre
Dios y su pueblo elegido. Dios a veces ayudaba, a veces
ponía condiciones, a
veces revelaba más datos acerca de sí mismo y lo
que pretendía, y casi siempre
recibía traiciones y desviaciones por parte de los
judíos. Hay que entender que
ese conjunto de revelaciones parciales, de mandamientos y de alianzas
forman
parte de esa historia de amor mutuo, de esa evolución de la
relación entre Dios
y el pueblo judío. No está dirigido a nosotros.
Sí hay que leer del
antiguo
testamento para:
-
contextualizar y comprender
correctamente la vida y mensaje de Jesucristo.
-
descubrir que todo lo que aparece
en el antiguo testamento son pistas
que apuntan en una dirección: Jesús
Leer del antiguo testamento
puede ayudar a entender algo mejor cómo es Dios, pero hay
que asumir que en esos
libros tan sumamente antiguos Dios se va mostrando poco a poco:
En los libros más
antiguos
de la Biblia, redactados varios siglos antes del nacimiento de
Jesucristo, los
judíos eran muy primitivos desde el punto de vista religioso
y cultural
(politeísmo, adoración de ídolos...).
No habrían entendido un concepto de Dios
tan simple como Dios=amor. No habrían hecho caso porque lo
que buscaban en los
dioses eran otras cosas. Por eso Dios se va revelando poco a poco:
primero se
centra en aclarar que es un Dios poderoso, que es clemente, que es
cumplidor de
sus compromisos, que se interesa por su pueblo, que es
único... Todo esto se va
mostrando poco a poco. No debemos buscar a Dios en aquella
época con la
claridad e integridad con la que nos lo muestra Jesucristo.
Voy a intentar aclarar esto:
¿Por qué en
muchos pasajes
del Antiguo Testamento, Dios apoya guerras y derramamientos de sangre
en lugar
de enseñar el sometimiento silencioso que nos
mostrará Jesús en su pasión? Yo
entiendo que es porque Dios está centrado aún en
aclarar otros conceptos más
básicos como el de su fidelidad a Israel o el de su poder
por encima de todos
los otros dioses e ídolos.
En definitiva, mucho cuidado
con aprender al pie de la letra directamente del antiguo testamento. El
A.T.
debe entenderse como un prólogo a los evangelios que
sólo se debe leer a la luz
del nuevo testamento.
A veces leeremos un mensaje en
el antiguo testamento y el mensaje contrario en alguno de los cuatro
evangelios.
Nos vamos a encontrar con muchas contradicciones así, y hay
que resolverlas
eligiendo la enseñanza de Jesucristo del evangelio. Ese es
por fin el mensaje
definitivo dirigido a nosotros sin adaptaciones al pueblo
judío.
En el Nuevo Testamento no
hay que dar, en mi opinión, la misma
consideración a los cuatro evangelios
(Mateo, Marcos, Lucas y Juan) que al resto (hechos de los
apóstoles, cartas de
apóstoles y apocalipsis). Los evangelios muestran un mensaje
dirigido a
nosotros. El propio Jesús lo dice: “Yo soy el
camino”, “Seguidme a mí”, etc.
Las parábolas que cuenta y las casualidades que le ocurren
tienen siempre un
significado que debemos deducir y meditar. Debemos,
mirándole a Él tal como
está descrito en esos cuatro evangelios, conocer y apreciar
a Dios. Y, si nos
gusta lo que vemos, ese Dios que se entrega totalmente, entonces el
corazón nos
pedirá que nos impliquemos más. Y
también querremos conocerlo mejor leyendo más
en el evangelio.
Los otros libros y cartas del
Nuevo Testamento muestran aspectos más parciales y
mandamientos más concretos
dirigidos a comunidades cristianas concretas. Voy a aclararlo con un
ejemplo:
“Y toda
mujer que ora o profetiza con la
cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada.
Por tanto, si una
mujer no se cubre la
cabeza, que se corte el pelo. Y si es afrentoso para una mujer cortarse
el pelo
o raparse, ¡que se cubra!“ (I Corintios 11, 5-6)
Es evidente que este
mandamiento no se debe aplicar hoy día. Ni siquiera la
jerarquía católica lo
toma en serio.
Un seminarista me
explicó
hace muchos años algo así como que en Corinto
había mucha prostitución, y las
prostitutas se diferenciaban por llevar el pelo suelto o no
sé de qué manera.
Total, que allí el llevar el pelo de una manera o cubrirse
tenía un significado
diferente de la insustancialidad que hoy día tiene para
nosotros ese detalle.
Yo, la conclusión que
extraigo es la siguiente: en las cartas de los apóstoles
aparecen mandamientos
que aplican las enseñanzas de Jesús a pueblos
concretos y situaciones concretas,
mezclados con otros mandamientos que sí van dirigidos a
todos. ¿Cómo distinguir
unos de otros? Todos hay que considerarlos como mínimo
interesantes porque algo
llevan de
razón y de aplicabilidad, aunque haya que
esforzarse por entenderlos en su contexto histórico. Pero
sólo los que encajen
con el mensaje de Jesucristo en los evangelios deberán
aplicarse al pie de la
letra. Lo digo porque hay algunos mandamientos en las cartas de San
Pablo que
muestran contundencia en temas en los que Jesucristo era más
flexible. Por
ejemplo, leed 1 Corintios 5, 1-5. Suena a cruel condena a muerte de un
pecador.
Leyendo el resto del capítulo, San Pablo parece defender la
idea de que
simplemente se expulse a los malvados fuera del grupo de los
cristianos, pero
las palabras empleadas en el versículo 5 están
entonces mal elegidas, porque
parece demasiado claro que hablan de matar al acusado.
En resumen, que
encontraremos a Dios más claramente y mejor descrito en los
cuatro evangelios
que en el resto del Nuevo Testamento. Así, por lo tanto,
leamos los cuatro
evangelios hasta que conozcamos suficientemente bien cómo es
Dios.
Si preguntamos por ahí
fuera
a la gente lo que les sugiere la palabra pecado, la mayoría
pensará en el sexo.
Si preguntamos por las
prohibiciones que más repite la jerarquía de la
iglesia católica, la mayoría de
los encuestados pensará en sexo: que los obispos
prohíben todo lo relacionado
con el sexo.
Poca gente recuerda a los
obispos pidiéndonos que amemos al prójimo como a
nosotros mismos, o que
defendamos la paz, o que defendamos la naturaleza al entenderla como
patrimonio
de toda la humanidad en lugar de malgastar egoístamente los
recursos.
En los evangelios yo percibo
un enfoque distinto por parte de Jesús. Las
críticas más duras se dirigen
contra los hipócritas y religiosos (fariseos) por quedarse
en la
superficialidad de la religión sin entender la
raíz: el amor. La mayor parte de
los sermones hablan de descubrir un nuevo enfoque de la vida, de
descubrir el
amor de Dios y dejarse llevar. Sólo unos pocos pasajes
hablan de sexo y en
todos ellos me da la impresión de que el sexo es algo
secundario, de forma que
lo que realmente justifica esas palabras es algún problema
de tipo social.
Por ejemplo, las
críticas de
Jesús al divorcio están más que
justificadas porque en los divorcios hay engaño
y se generan sufrimientos. ¿Qué matrimonio va a
volcarse en amar a su cónyuge
de forma totalmente desprendida si todo lo invertido se puede
volatilizar
alegremente en cualquier momento? Amar sin divorcio es regalar
estabilidad y
tranquilidad al cónyuge.
La intervención de
Jesús
para evitar la lapidación de una adúltera (a
pesar de que encajaba con la Ley
del antiguo testamento) está en mi opinión
justificada para enseñarnos lo que
es el perdón y la misericordia.
En el adulterio se
engaña al
cónyuge y se propicia la ruptura del matrimonio, en la
fornicación se propicia
el nacimiento de hijos sin padre conocido (recordemos que en aquella
época no
abundaban los métodos anticonceptivos) así que es
una irresponsabilidad de
consecuencias sociales perjudiciales para el prójimo, por lo
que debía
evitarse.
En Mt 22, 24 le preguntan
por el levirato. Su respuesta consiste en quitarle importancia al tema
de cara
a la vida eterna. ¡Claro! Si la pregunta es ¿de
quién será esa mujer en la vida
eterna? es que hay un ánimo de avaricia y de
posesión, con lo que la respuesta
debe ir encaminada a que seamos más desprendidos. Siempre la
doctrina sexual de
Jesús es la doctrina del amor desprendido que se aplica al
sexo como se
aplicaría a cualquier otro ámbito de la vida.
La famosa frase de “Todo
el
que mira a una mujer deseándola, ya cometió
adulterio con ella en su corazón”
(Mt 5, 28) no creo que busque criminalizar a toda la humanidad sino
explicar
que lo malo del pecado es su raíz, sus intenciones, la falta
de amor. Esa es la
clave que nos va a permitir diferenciar qué acciones son
malas y cuáles no. En
lugar de mirar la letra pequeña de la Ley (como
hacían los judíos) hay simplemente
que buscar el amor en cada una de nuestras acciones. Cristo no propone
un
listado de prohibiciones y obligaciones (muchos cristianos hoy
día sí quieren
ese listado y aplicarlo a rajatabla de manera quisquillosa). Cristo
propone un
mandamiento muy sencillo (amar) y está en nuestra libertad,
flexibilidad y
capacidad de razonar el aplicarlo en cada una de nuestras acciones.
Respecto al sexo debo
aclarar tres cosas:
-
por lujuria se comenten muchas
barbaridades y se hace mucho daño: hay
que controlarla.
-
en el sexo se tocan intimidades muy
delicadas de la persona, de ambos.
No hay más que ver la cantidad de dudas y tormentos que se
publican en los
consultorios sentimentales de las revistas para convencernos de que es
un tema
muy delicado en el que se puede hacer mucho daño sin darnos
cuenta. Por tanto:
andar con pies de plomo en temas sexuales.
-
la fornicación fuera del
matrimonio sin preservativo y sin compromiso
de asumir la propia responsabilidad ante posibles embarazos es una
actitud muy
egoísta y que puede hacer mucho daño a la mujer.
Está más que justificado por
tanto que hace veinte siglos se dijera tajantemente:
fornicación no. (Aparte de
los embarazos están también los riesgos de tipo
sentimental y afectivo, pues
compartir la intimidad sin asumir un compromiso crea una
sensación de vaciedad
dañina).
Que cada cual saque sus
conclusiones. La mía no sería prohibir todo tipo
de sexo antes del matrimonio,
pero tampoco tomarlo como un juego.
Imaginen que una
congregación religiosa o una diócesis se
desprende de unos terrenos que ya no
necesita (donados por algún particular hace muchas
décadas). ¿Qué debe hacer
con esa gran cantidad de dinero que obtiene bruscamente? (Vamos a
imaginar que en
todos los pasos de esta suposición se toman las decisiones
perfectas, sin que
sea criticable ninguna de ellas, y al final veremos que de todas
maneras la
Iglesia saldrá criticada).Un fin muy legítimo
sería dedicar ese dinero a obras
de caridad, por ejemplo construcción de un comedor social
para inmigrantes. En
ese ejemplo, como el dinero tendría que guardarse hasta que
se efectuara dicha
construcción ¿dónde se
guardaría? ¿Debajo de una losa?
- No: lo sensato sería
llevarlo a un banco.
Cuando se haya ingresado el
dinero en cualquier banco con toda seguridad el director se
pondrá en contacto
con el administrador de la iglesia para proponerle algún
producto financiero
más rentable (y lo más rentable hoy
día son los fondos de inversión combinados).
El director de banco le dirá “Con este dinero
podrán ustedes construir un
comedor social de 7 habitaciones, pero si lo invierte ahora en un buen
fondo de
inversión, cuando lo vaya a retirar dentro de un par de
años tendrá dinero para
construir el comedor social de 8 ó más
habitaciones”. ¿Qué decisión
sería la
sensata?
Supongo que hacer caso al
director de banco y meter el dinero en uno de esos fondos en los que el
dinero
cambia de unas inversiones a otras movido por brokers buscando cada
día la
mayor rentabilidad.
Entonces el siguiente
capítulo es la publicación de una noticia en El
País, cadena Ser u otro medio
poco afín a la Iglesia contando sólo la mitad de
la realidad: “Una o dos
diócesis españolas tienen inversiones en la
principal empresa fabricante de
preservativos, lo cual demuestra una vez más su
hipocresía”.
Al día siguiente, el
obispo
correspondiente se documenta, se asegura de que ya no queda ni un
céntimo
invertido en dicha empresa para a continuación dar una rueda
de prensa
informando de que actualmente ya ha sido corregida tal
situación.
Los medios responsables de
la noticia, en lugar de limitarse a informar de esta rueda de prensa,
rodearán
la noticia de dudas sobre todo lo imaginable, tales como “y
sin embargo la
Iglesia no aclara cuándo se desprendió de esa
inversión” o “este escándalo
que
ha obligado al obispo a salir de su silencio se viene a sumar a los
innumerables que ya existen”.
El paso siguiente es que el
rumor se va extendiendo y deformando por webs poco documentadas y
blogs. La
noticia se acaba convirtiendo en “el hecho conocido por todo
el mundo de que el
Vaticano es uno de los principales accionistas de Durex”.
He exagerado algo esta
historia para hacerla más fácil de comprender,
pero a continuación aporto los
enlaces a la noticia que se publicó en los medios del grupo
Prisa, su
“desmentido” en el que hasta el titular lleva a
continuación un subtítulo
buscando quitarle fuerza, y un enlace a una de las webs en las que se
constata
que la leyenda urbana sigue creciendo. El origen del dinero no
sé cuál sería
pero sin duda que si los ingresos de la iglesia fueran gastados
instantáneamente (mandándolos a las misiones, por
ejemplo) también se nos criticaría
por no saber ahorrar y por no saber un mínimo de
economía para administrar el
dinero.
En la siguiente web
publicada en marzo de 2009 aparece la frase “La Iglesia
Católica con el estado
Vaticano a la cabeza tiene muchísimas acciones invertidas en
los condones Durex...”
http://www.alicantevivo.org/2009/03/el-papa-el-lince-y-el-condon.html
En el artículo anterior
critico mucho a los medios de comunicación, pero
también en la Iglesia Católica
deberíamos ponernos las pilas: por caridad hacia los
lectores de los medios de
comunicación en los que se desinforma, la Iglesia
debería dar más comunicados
de prensa oficiales en los que se aclaren con datos concretos muchas de
las
leyendas negras que se nos atribuyen. Mucha gente piensa, por ejemplo,
que
cualquier obispo gana y derrocha mucho dinero. Supongo que no es
así, pero yo
no puedo refutarlo con datos concretos. Tengo oído que
nuestro obispo gana el
mismo sueldo que el más humilde cura de la
diócesis, y eso daría buena imagen
que se supiera pero... hace falta un buen gabinete de prensa que lea
todos los
periódicos y replique con claridad y datos a las noticias
manipuladas antes de
que se popularicen.
Sería una buena obra.
Los
lectores y seguidores de todo tipo de medios de comunicación
que buscan la
verdad no se merecen que los despreciemos guardando silencio mientras
otros
divulgan datos incompletos.
En
1992 Juan Pablo II
terminó un trabajo de bastantes años: completar
un catecismo que agrupaba en un
solo libro toda la doctrina católica. Hasta entonces los
catequistas y
sacerdotes se encontraban con dudas continuamente: al leer los
Evangelios
parecían entender una cosa, pero la tradición
católica a veces interpretaba
otra cosa, o incluso en distintas partes del mundo la iglesia
católica decía
cosas opuestas. Había que unificarlo todo.
A mí no me gusta este
catecismo, porque se empeña en clasificarlo y etiquetarlo
todo. En los
evangelios me parece entender que Jesús está
harto de lo complicadas que se
hacían las cosas en el judaísmo,
perdiéndose en superficialidades y olvidando
lo esencial (el amor desinteresado). Jesús intenta
simplificarlo todo. Todas
sus enseñanzas, ejemplos y su propia vida están
destinados a que veamos cómo es
ese amor del que nos habla y que resume todo su mensaje.
En el catecismo veo lo
contrario: un desglose en miles de mandamientos, obligaciones y
prohibiciones
intentando abarcar todos los casos posibles. Se supone que a partir de
ahora en
cualquier parte del mundo cuando a un cura o catequista se le pregunte
por un
asunto complicado, no debe dar su propia opinión sino
remitirse a lo que dice
este catecismo. En casa de mis padres, en Murcia, lo tengo en mi
estantería
porque lo compré en 1992. El otro día me lo
descargué de internet, y así
resulta más práctico para hacer consultas.
Pienso que en la realidad
los problemas suelen ser más complejos y uno tiene que estar
preparado para
tomar sus propias decisiones, sin que siempre todo se pueda encasillar
en
alguno de los párrafos que aparecen en el catecismo.
Una ventaja del catecismo es
que si haces lo que ahí se dice nadie en la iglesia
católica te podrá decir que
estás actuando mal (aunque en mi opinión
también tienes que hacer caso a tu
conciencia).
Un día, andando por Cabecicos, mi cuñada
enfermera sacó el tema de la
eutanasia. Me imagino que cuando se vive tan de cerca el dolor y el
sufrimiento
terminal se perciben de manera distinta los límites entre el
asesinato y la
obra de caridad.
Casi todo lo que se oye
decir últimamente a la Iglesia Católica es que
colaborar en una eutanasia es un
crimen tremendo. Sin embargo, pego a continuación el
capítulo entero que habla
sobre la eutanasia. He subrayado especialmente el párrafo
2278 porque no parece
encajar en lo que tanto se repite en los medios de
comunicación como postura
oficial de la Iglesia.
La
eutanasia
2276 Aquellos cuya vida se
encuentra disminuida o
debilitada tienen derecho a un respeto especial. Las personas enfermas
o disminuidas
deben ser atendidas para que lleven una vida tan normal como sea
posible.
2277 Cualesquiera que sean los
motivos y los
medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de
personas
disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente reprobable.
Por tanto, una
acción o una omisión que, de suyo o
en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor,
constituye un
homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al
respeto
del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber
caído de
buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de
proscribir
y excluir siempre.
2278 La
interrupción de tratamientos médicos
onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los
resultados puede
ser legítimo. Interrumpir estos
tratamientos es rechazar el "encarnizamiento terapéutico".
Con esto
no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las
decisiones
deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y
capacidad o
si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la
voluntad
razonable y los intereses legítimos del paciente.
2279 Aunque la muerte se
considere inminente, los
cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden
legítimamente ser
interrumpidos. El
uso de analgésicos para
aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar
sus
días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana
si la muerte no
es buscada, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y
tolerada como
inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada
de la
caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados.
Si me pongo en medio de una
pista de baloncesto, le doy una patada al balón con los ojos
cerrados y lo
cuelo dentro de la canasta que tengo 20 metros detrás de
mí, un escéptico dirá
“¡Qué casualidad más
asombrosa!”.
Si vuelvo a intentarlo por
segunda vez y vuelvo a colar la pelota por la canasta, el
escéptico que me ve
repetirá “¡Asombroso, pero puede ser
simple casualidad!”.
Si repito el experimento 30
veces y vuelvo a meter la pelota, el escéptico puede decir
lo que quiera, pero
yo creo que el sentido común lleva a pensar que
ahí hay algo más que casualidades:
que hay “gato encerrado”, que hay un
“truco”.
Los escépticos nos
llaman
“crédulos” a los cristianos,
despectivamente, como si creyeran que su postura de
despreciar todo lo que no sea ciencia demostrada es más
sensata que la nuestra.
Pensemos en un ojo humano.
En su interior tiene una retina, un cristalino y otros muchos
componentes
totalmente distintos unos de otros, todos imprescindibles para una
correcta
visión. Si la retina estuviera situada unos
milímetros más atrás o más
adelante
ni dicha retina ni el resto de componentes del ojo servirían
de nada.
Siguiendo la teoría de
la
evolución de las especies de Darwin, los órganos
de nuestro cuerpo proceden de
mutaciones que dieron lugar a descendientes más
evolucionados y capacitados que
sus antepasados. Si una mutación da lugar a un deterioro o a
la creación de un
órgano inútil, ese órgano
inútil se atrofia y desaparece al cabo de varias
generaciones. Sólo los órganos útiles
para algo se conservan, como lo demuestra
el hecho de que ni uno sólo de los órganos de
nuestro cuerpo resulta inútil.
¿Qué
mutación se produjo
antes, la que dio lugar a la retina o la que dio lugar al cristalino?
No es
creíble pensar que se produjeron simultáneamente
porque son dos órganos
totalmente diferentes el uno del otro. Si se produjo antes la
mutación que daba
lugar a la córnea, sin cristalino etc. no servía
de nada por lo que habría
desaparecido. Y un cristalino sin cornea a la distancia justa y con un
globo
ocular transparente por en medio tampoco serviría de nada y
por tanto se
atrofiaría al cabo de varias generaciones.
La perfección con la que
está construido un ojo humano, más perfecto que
la mejor cámara digital actual
que el ser humano es capaz de construir no demuestra nada en
relación a la
existencia de Dios. Puede perfectamente haber salido así por
casualidad. Pero
hay que ser crédulo (por lo menos tan crédulo
como se dice que somos los
cristianos) para pensar que la casualidad lo explica todo.
¡Qué
pesimistas somos a veces, al mirar sólo la
falta de amor que aún hay!
Creo que todo el mundo conoce esta
fábula: un
optimista y un pesimista que iban por el desierto encuentran una
botella de
agua llena hasta la mitad. El optimista dice:
"¡Qué bien, una botella
medio llena!". El pesimista dice "¡Qué mal, una
botella medio
vacía!".
Pienso que si en vez de dar gracias
a Dios por la
luz del día, por la vida o por tener la posibilidad de amar
en libertad nos
dedicamos sólo a quejarnos por el odio y demás
desgracias que hay por el mundo,
quizá nos estamos comportando como ese pesimista.
¡Así es lógico que nos
parezca pequeño el amor de Dios!
Quizá esa sea una
explicación de por qué Dios
permite que exista en el mundo el odio, el desprecio y la falta de
amor. Así
podemos valorar el amor, porque conocemos sus alternativas.
Así, también,
podemos elegir con libertad.
Supongamos que en una isla
sólo vivimos dos
personas. Un día mi único compañero me
dice: “Eres mi mejor amigo, a nadie
aprecio más que a ti.”. ¿Tiene
algún valor esa afirmación? ¿Le
daremos un
premio por haber dicho eso? ¡Si no tenía otra
alternativa!
Supongamos que existen dos caminos
que pueden llegar
a una meta pero sólo uno es correcto. Elijo el camino
correcto porque es el
único visible (el otro camino estaba escondido para que yo
no lo encontrara).
¿Merezco un premio por haber elegido bien? ¡Si no
se me ha dado la oportunidad
de equivocarme!
Cristo sufrió
tentaciones. Algunas de ellas aparecen
reflejadas en los evangelios. Creo que Cristo salió
fortalecido después de
enfrentase a ellas, pero supongo que eso es una opinión
personal mía. Lo que es
indiscutible es que sufrir tentaciones no implica pecar. Que si Dios
programó
que Cristo sufriera tentaciones en su vida terrenal es porque deben
tener algo
bueno (servir de ejemplo, fortalecer el espíritu, permitir
la valoración de lo
bueno por contraposición a lo malo manifestado en las
tentaciones, etc... no
sé cuál será la respuesta, pero
algún motivo
habrá).
Cristo se acercaba a los pecadores,
iba incluso a
comer a sus casas sin miedo a “contaminarse”. Creo
que esa es la clave: debemos
tomar contacto con el mundo pero sin dejarnos contaminar, para que
así el mundo
se pueda contagiar de nuestro amor y nuestro buen rollo. Aislarnos del
mundo
para evitar padecer tentaciones no creo que sea lo que Cristo
habría hecho si
estuviera en nuestro lugar.
Lo más fácil
para no pecar es quedarse encerrado en
casa, pero me da la impresión de que ese no es el camino
marcado en los
evangelios. Quizá padecemos una tradición
católica de considerar que el mundo
está formado por pecados y la religión es
sólo una lista de prohibiciones que
debemos acatar si queremos ir al cielo. Al contrario, el mundo
está formado por
oportunidades de amar y la religión nos muestra algunos de
los muchos caminos
para hacerlo.
Los catecismos tradicionales nos
decían: «Los
enemigos del alma son tres: el mundo, el demonio y la carne».
O sea (en
interpretación mía): los malos ejemplos que
recibimos de los demás, las
tentaciones que nos sugerimos nosotros mismos (¿o es el
demonio quien nos las
sugiere?) y la sensualidad de los placeres materiales (no
únicamente los
sexuales).
Pero para vencer a un enemigo la
estrategia correcta
es conocerlo, prepararse para la batalla y finalmente enfrentarse a
él. Así que
contra estos tres enemigos del alma la solución no va a ser
salir corriendo. Oración,
reflexión, lectura de los evangelios, aprender de la
experiencia de nuestra
madre la Iglesia y... ¡salir afuera sin miedo!
Supongamos que estoy en una
habitación llena de
peligros pero está la luz apagada. Al no ver los peligros
creo que soy libre
para moverme en cualquier dirección. ¡Me siento
libre!
Supongamos ahora que encienden la
luz. Veo los
peligros, me atemorizo y siento que no soy tan libre como
creía, porque hay
unas cuantas direcciones que no puedo tomar. De todas maneras, creo que
en este
segundo supuesto, aunque me sienta menos libre, es con luz como se
tiene la
auténtica libertad. Sólo con luz hay verdadera
libertad.
Dos consecuencias se extraen de
este ejemplo:
Cristo nos da la libertad porque
nos hace abrir los ojos por fin, y
darnos cuenta de la realidad, de lo falso y vacío que es el
mundo si nos
basamos sólo en la superficialidad.
¡No a la censura!
¡La información y la luz siempre es preferible a
la
oscuridad, aunque sea desagradable lo que se ve! En general a lo largo
de la
historia cuando la iglesia y los cristianos hemos tenido autoridad,
hemos
implantado censuras, controlado la información que recibe la
gente (en
principio adulta) y promulgado prohibiciones y decretos que obligan a
todos
(también los no cristianos) a comportarse de acuerdo con la
moral cristiana
(con la excusa muchas veces de “no escandalizar” a
los cristianos).
Dios ha creado el espacio y
el tiempo. Está fuera de ello, por eso la ciencia no puede
encontrarlo.
Imaginemos un dibujante
pintando una historieta de muchas viñetas. En las primeras
viñetas los
protagonistas viven un problema y no tienen ni idea de cómo
lo van a resolver.
En las viñetas siguientes el problema inicial va acarreando
consecuencias sobre
la historia. En las últimas viñetas los
protagonistas por fin solucionan el
problema.
El dibujante está fuera.
Puede ver toda la historia entera en un segundo, puede percibir la
evolución
psicológica de los personajes y puede reírse de
que los personajes intenten
buscar explicaciones a su realidad ¡sin poder salirse de sus
viñetas!
Me imagino que así es
como
Dios, el Creador, nos ve. A veces nos ponemos a investigar el big-bang con el que se
inició el universo y pretendemos que
eso demuestra que Dios no existe, que el mundo se ha creado a
sí mismo. A veces
miramos al cielo y, al ver sólo aviones y estrellas creemos
que eso demuestra
que Dios no está ahí donde los antiguos dijeron
que estaba. Todos estos
ejemplos son iguales a lo que ocurre si los personajes de un comic se
ponen a
buscar al dibujante en la primera viñeta o en la
última. No lo encontrarán ni
lo podrán comprender nunca, desde su mundo bidimensional.
Nosotros estamos también
“enjaulados” en el espacio y el tiempo, del que no
podemos salir. Todos
nuestros razonamientos se basan en comparar y relacionar conceptos que
hemos
experimentado previamente. Todo nuestro vocabulario describe realidades
que
existen en el espacio y el tiempo. ¿Cómo
será Dios, si lo ha creado todo desde
fuera? La única manera de conocerlo sería que se
acercara a nosotros, que se materializara
de alguna manera en nuestra historia.
Bien, Dios ya ha dado ese
paso de darse a conocer. Las palabras que lo describen llevan veinte
siglos en
los evangelios.
No se me ocurre mejor manera
de explicar esto (que Dios lo ha creado todo, incluso el espacio
tridimensional
y el tiempo) hace más de 10 siglos que la manera en la que
lo explica el cap. 1
del Génesis o el capítulo 1 del evangelio de S.
Juan. A partir de esas
explicaciones hoy podemos sacar nuestras conclusiones y el mensaje
igualmente que
hace 20 siglos. Ese es un éxito que el actual lenguaje
pomposo de la ciencia no
se puede atribuir: el explicar cómo es Dios y
cómo son las cosas importantes de
manera que se puedan comprender a lo largo de muchos siglos y
mentalidades
diferentes.
Muchas conductas sexuales
establecidas en el antiguo testamento están desautorizadas
actualmente. Por
ejemplo:
El repudio de un marido a su esposa “porque no
halle gracia
a sus ojos” está autorizado en Deuteronomio 24, 1
pero Jesucristo lo desautorizó
claramente (Mc 10)
Deuteronomio 25,5:”Si unos hermanos viven juntos
y uno de
ellos muere sin tener hijos, la mujer del difunto no se
casará fuera con un
hombre de familia extraña. Su cuñado se
llegará a ella, ejercerá su levirato
tomándola por esposa...”. Cuando a Jesucristo le
plantean una situación
relacionada con esto (en Lc
20, 28) podría haberle
quitado validez a ese mandato, pero no lo hace, con lo que puede
entenderse que
prefiere hablar de otros asuntos más importantes. De todas
maneras, la iglesia católica
actualmente lo da por anulado. (Conclusiones: primero, que los
cristianos no
sigamos al pie de la letra el antiguo testamento, y segundo, que
aprendamos de
Jesucristo porque en sus enseñanzas intenta centrarse
siempre en lo realmente
importante).
Levítico 18, 19: “No te
acercarás a una mujer durante la
impureza menstrual, para descubrir su desnudez”. En
Levítico 20, 18 llega
incluso a legislarse cuál es la condena: “El que
se acueste con mujer durante
el tiempo de la regla descubriendo la desnudez de ella, ha puesto al
desnudo la
fuente de su flujo y ella también ha descubierto la fuente
de su sangre. Ambos
serán exterminados de entre su pueblo.”
De los tres ejemplos citados
llego a la conclusión que es del evangelio de donde debo
aprender cuál es la
postura correcta respecto al sexo.
En Levítico 18, 22 dice
Dios
“No te acostarás con varón como con
mujer: es abominación”.
Pero en ese mismo
capítulo
aparecen también mandamientos de tipo sexual ya superados
como (versículo 19)
“No te acercarás a una mujer durante la impureza
menstrual, para descubrir su
desnudez”. En Levítico 20, 18 llega incluso a
legislarse cuál es la condena:
“El que se acueste con mujer durante el tiempo de la regla
descubriendo la
desnudez de ella, ha puesto al desnudo
la fuente de su flujo y ella también ha
descubierto la fuente de su
sangre. Ambos serán exterminados de entre su
pueblo.”. Sin duda, la rigurosidad
de la ley que se propone en el antiguo testamento no encaja con la
mansedumbre
de Jesucristo, que se dejaba incluso abofetear agachando la cabeza.
Aunque sea
más incómodo de seguir, creo que este
último Jesucristo, el que se deja
humillar, encaja mejor con el modelo que yo veo en mis oraciones.
Jesucristo
encaja mejor en el modelo de las bienaventuranzas que en el de las
prohibiciones rigurosas.
(¡Qué
curioso el siguiente mandato: “El hombre que tenga los
testículos aplastados o
el pene mutilado no será admitido en la asamblea de Yahveh”
(Deuteronomio 23, 2)).
Total, que para averiguar
cuál es el punto de vista cristiano sobre la homosexualidad
es mejor recurrir
al propio Cristo, a su ejemplo y a su palabra.
·
Siempre intentó
acercarse a los marginados e incluso excluidos de la
sociedad. En su tiempo eran los leprosos y los cobradores de impuestos
(a pesar
de que los judíos creían en ambos casos que Dios
estaba de su lado: a los
leprosos se les expulsaba porque lo prescribía el antiguo
testamento, y a los
publicanos (recaudadores de impuestos) se les consideraba traidores
porque
trabajaban para Roma en lugar de para ellos, el pueblo elegido de
Dios). Hoy el
equivalente son los enfermos de sida y los homosexuales.
·
Con los seis mil millones de
habitantes que tiene el mundo, la manera
de contribuir a la perpetuación de la especie humana no
está tanto en procrear
más (eso era lo razonable desde hace 200 años
hacia atrás) sino en distribuir
mejor los recursos y cuidar el entorno. Un homosexual o un asexual
puede
contribuir a la perpetuación de la especie tanto o
más que alguien que tenga
muchos hijos.
·
Jesucristo, en las ocasiones en las
que fue preguntado por temas
sexuales recondujo las respuestas para centrarse en lo que realmente
consideraba interesante: la problemática social de
egoísmo y de aplicación de
la ley buscando el propio beneficio en lugar de buscar el amor. (ver el
capítulo en el que hablo del sexo). Jesús no
habla nunca de la homosexualidad,
por lo que deduzco que no debe ser un asunto tan importante para la fe
como
algunos lo están tratando. En el comportamiento de
Jesús parece mucho más grave
la hipocresía, el fariseísmo, el odio o la
aplicación de la Ley del antiguo
testamento con dureza en lugar de buscar la conciliación y
el amor. Así que,
desde dentro de la iglesia católica propongo, en primer
lugar, dejar de ver la
paja en el ojo ajeno (de los gays)
demostrando con
ello tener una viga en el propio (por intentar excluirlos cuando Cristo
no lo
hizo y es un tema en el que no está del todo claro
quién actúa por amor). En
segundo lugar, aplicar Lc
6, 36-37, es decir, no
castigar a nuestros
hermanos en un tema
en el que Cristo no habló con claridad.
Mi Iglesia siempre ha dicho
que los suicidas no van al cielo porque cometen un asesinato en el
último
momento antes de morir. Por lo tanto mueren en pecado. Durante mucho
tiempo
incluso se ha evitado que los suicidas pudieran recibir sepultura
dentro de los
cementerios católicos. Esta postura de la iglesia (que,
acertadamente, se ha
ido superando) la veo incorrecta por muchos motivos:
- Sé de
esquizofrénicos que
se han suicidado porque un día se le han “cruzado
los cables”. La esquizofrenia
es una enfermedad como cualquier otra que nos podría afectar
algún día a
cualquiera de nosotros. Si Jesucristo le echó siempre que
pudo una mano a los
enfermos, ¿por qué la Iglesia ha estado actuando
al revés en este asunto, al
privarles de la posibilidad de ir al cielo (decisión que
supongo que debería
ser de Dios)?
- Con las depresiones ocurre
lo mismo. Sin saber en primera persona lo que es una
depresión profunda
(especialmente de las que no tienen motivación externa
razonable, sino que se
deben a desequilibrios hormonales, etc),
¿quiénes
somos nosotros para juzgar a un enfermo y para garantizar que no
irá al cielo
por haberse suicidado como consecuencia de su enfermedad?
- ¿Sabemos realmente si
un
suicida que se lanza al vacío no se ha arrepentido antes de
llegar al suelo y
ha sido escuchado por Dios?
- Dar la vida por ayudar a
los demás es algo loable. El mismo Jesucristo lo hizo. Lo
suyo fue un auténtico
suicidio porque estando en la cruz podía haber hecho un
milagro y haber bajado,
pero prefirió no hacer nada por seguir vivo. Como quien ve
que viene el tren y
no hace nada por apartarse. Sin duda ese suicidio estaba justificado:
tenía un
buen motivo para dejarse matar. De la misma manera, hay suicidas que se
consideran a sí mismos un estorbo para los demás
y se quitan de en medio para
no molestar a la gente a la que aprecian. En mi opinión,
nadie molesta si está
dispuesto a amar al prójimo, pero ellos no lo vieron
así. ¿Qué punto de vista
es el adecuado? Me parece una frivolidad meter en el mismo saco a todo
tipo de
suicidas, a los que se suicidan por salvar a otros (Padre Kolbe...)
o a los que no sabemos lo que intentaban o pensaban en el momento de
morir.
- El motivo más
importante: Lc 6, 36-37
«Sed
compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y
no seréis juzgados,
no condenéis y no seréis condenados; perdonad y
seréis perdonados.». No defiendo
que el suicidio no sea pecado. Yo creo que, en general, lo es porque
quien se
suicida por lo general no se quiere a sí mismo (el mandato
de Jesús era “amar
al prójimo como a uno mismo”, y eso implica amarse
también a uno) y también el
suicidio en general es pecado porque quien se suicida renuncia a
dedicar el
resto de su vida a ayudar a los desfavorecidos y a extender el amor por
el
mundo, así que no es el amor al prójimo lo que le
lleva a tomar esa decisión.
Lo que pido es que seamos humildes a la hora de juzgar a los pobres
suicidas y
reconozcamos que sólo Dios conoce en profundidad el
corazón de cada uno.
Jesús dice que
perdonemos
siempre. ¿Significa esto que no debemos enviar a los
ladrones y delincuentes a
la cárcel o que no deben ser castigados por sus delitos?
La finalidad de la justicia,
tal como la entiende la constitución española, es
preventiva:
-
El miedo a ir a la
cárcel evitará que se cometan muchos delitos. El
delincuente se frena por si acaso lo pillan.
-
La estancia en la cárcel
puede hacer al delincuente reflexionar y
evitar así que cometa más delitos en el futuro.
-
El delincuente incapaz de
arrepentirse y corregirse también debe ir a
la cárcel, porque mientras esté allí
no puede estar cometiendo delitos fuera.
Por estos tres motivos, lo
mejor para mis conciudadanos es que siga existiendo la justicia
administrada
por el estado. Si amamos al prójimo, si queremos lo mejor
para nuestra
sociedad, entonces debemos apoyar que siga funcionando la justicia. No
hay en
ello contradicción con el mensaje misericordioso de
Jesús.
Contaminar la naturaleza,
propiciar la extinción de especies y destruir los recursos
naturales es tomar
como propios unos recursos que deberíamos compartir con el
resto de la
humanidad y con las generaciones futuras. Es una actitud
egoísta aprovecharnos
nosotros de todo lo que podamos dejando esquilmados los recursos para
nuestros
descendientes. Por amor al prójimo, por solidaridad con los
necesitados, no les
privemos del tesoro de la naturaleza que también les
pertenece a ellos.
Consumamos por tanto menos energías no renovables y
mantengamos el entorno
igual que nos gustaría a nosotros encontrarlo. La
ecología sí es cristiana porque
encaja con la idea básica de amor a Dios y al
prójimo que Jesucristo nos
transmitió. ¿Por qué cuando la gente
de la calle piensa en la Iglesia católica
sólo piensan en prohibiciones sexuales y en caras serias,
mientras que nunca se
nos relaciona con conceptos tan perfectamente cristianos como la
ecología y la
naturaleza?
Si algún día
yo cometiera un
repugnante asesinato o violación y me encerraran en la
cárcel, sé que muchos
amigos míos irían a visitarme... el primer
año. A lo mejor el segundo año aún
iría alguien a verme. Creo que ya nadie de entre mis
amistades se acordaría de mí y me
seguiría apreciando después de tres
años
totalmente desconectado de sus vidas y encima considerándome
culpable de los
crímenes más despreciables. Sin embargo,
sé que hay alguien que sí seguiría
visitándome, incluso sabiéndome culpable,
después de uno, de dos o de los años
que pasen, mientras sigamos vivos. Se trata de mi madre, de mi padre,
de mi
hermano... de mi familia. Sé que mi madre no me
olvidaría nunca por muy
repugnante que haya sido el delito por el que estoy encarcelado y por
muy fea
que haya sido mi conducta.
Y me da una tranquilidad muy
grande saber que hay alguien que me quiere tanto.
Ese amor tan fiable es el
mayor regalo que se puede recibir.
Por eso, porque conozco ese
tipo de amor a prueba de bala y sé lo bonito que es para el
que lo recibe,
quiero regalárselo hoy a mi mujer.
Quiero que ella reciba el
amor más bonito que se puede recibir. Que sepa que me
tendrá siempre, incluso
cuando haya problemas, incluso cuando se porte mal, incluso si por un
accidente
se volviera fea y enferma.
Incluso seguirá contando
con mi compromiso de amor si tuviera romance extramatrimonial: siempre
podría
volver a mí igual que el hijo
“pródigo” de la parábola sabe
que puede volver
con su padre incluso cuando ya lo ha perdido todo.
Espero que perciba ese amor
comprometido y se sienta feliz y orgullosa de tenerlo. Creo que es un
amor más
grande que el pasional y fogoso que tanto abunda en el cine. Quiero que
se
sienta segura. Esa seguridad vale más que el amor de
cualquiera de los famosos
que tanto sale por la tele: se habla mucho de bodas y relaciones pero
raro es
el que dura más de unos pocos años. Esas famosas
tendrán mucho dinero y fama
pero no tienen esa sensación de seguridad afectiva, esa
confianza de que
tendrán un apoyo incluso en los momentos en los que
realmente lo necesiten.
Yo le he regalado a mi mujer
ese compromiso. ¿Y tú? ¿No te atreves
a regalar eso porque te compromete
demasiado? Pues que sepas que no le estás dando el
máximo de felicidad ni el
máximo de amor. Que ella siempre notará que le
falta algo, aunque en la cama tú
le des más fogosidad o le hagas mejores regalos mientras
dure la pasión. Todos
sabemos cómo es el amor de una madre: comprometido hasta la
muerte. Y si en el
matrimonio tu mujer no recibe ese amor, ese compromiso,
sabrá en el fondo que
no está recibiendo lo máximo, aunque no lo
reconozca porque cree que nadie hoy
en día respeta los compromisos, que todo el mundo cree en
los divorcios y que
no puede esperarse más del amor.
Algunos motivos más
palpables para ir con regularidad a misa:
Que sirva para sentirnos
físicamente unidos, para no sentir que vamos solos en este
camino.
Acude a misa para que los
demás asistentes vean que no están solos, que
tú también avanzas con ellos, a
su lado.
Pero sé que si, aparte
de la
misa, no hay algo de oración diaria, antes o
después se te quitarán las ganas
de seguir yendo.
Y
además, lo que escribí el
11-4-09
(“¿Deberían ser más
participativas las misas?”)
Los pecados capitales entendidos como tentaciones que te pueden llevar a hacer daño a los demás y como límites no siempre claros entre la virtud y el vicio. ¿Es la lujuria diferente a los demás pecados capitales? ¿El sexo nos arrastra y esclaviza siendo por tanto una liberación la castidad? ¿O por el contrario la jerarquía eclesiástica nos impone pesadas cargas en el terreno sexual imitando a los escribas y fariseos de la época de Jesucristo? De todo ello hablo en un artículillo un poco más largo y aburrido, que sólo recomiendo a quien disfrute escuchando opiniones diferentes a las propias.
Artículo: los pecados capitales
Más temas a tratar
próximamente:
A misa sólo va el 10% de
la
población. Hay que asumir que los católicos no
somos mayoría en España.
Preservativo sí o no.
No se puede creer en un
concepto y en su opuesto. No se puede servir a Dios y al dinero (Mt 6,
24). Un
ejemplo (que en el fondo se puede rebatir pero que sirve para que se
comprenda
el tipo de incoherencias al que me refiero): se nos dice que la Virgen
era una
chica humilde, sencilla. Se nos dice que imitemos siempre esa humildad
y
sencillez. Entonces llego a un punto en el que me repugnan los
millonarios que
presumen de su opulencia o las señoronas que van engalanadas
cargadas de
lujosos collares y piedras preciosas. Entonces acudo a mi iglesia para
rezarle
a María y me encuentro ¡que mi Virgen se me
muestra como una de esas señoronas
cargadas de ropajes, de joyas y de piedras preciosas!
No me gusta. Sé que hay
también muchos agnósticos a los que les repugna
esa estampa de opulencia cuando
lo que se intenta transmitir es lo contrario.
La explicación es que
hay millones
de católicos que sí prefieren ver así
a la Virgen. Esa imagen les inspira en
sus oraciones. Disfrutan pensando que la Virgen, modesta en su vida
terrenal,
ahora triunfa gloriosa, y prefieren ver esa imagen de gloria expresada
mediante
adornos superficiales. En mi opinión es como ponerle a un
Cristo un par de
pistolas.
“La iglesia no acepta las
conclusiones de la ciencia por la sencilla razón de que la
ciencia no ha
concluido” (Chesterton)
Agradezco vuestros
comentarios por correo electrónico. Me servirán
para saber si alguien ha leído
este diario, o bien los únicos visitantes han sido los
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